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Incineración de los resultados del control de plagas y especies invasivas

Es notorio el esfuerzo que las instituciones públicas canarias vienen haciendo en los últimos años con el objeto de erradicar de nuestros márgenes de carretera, de nuestros montes, de nuestros campos y ciudades, de lo que se viene denominando como las plagas de la civilización.

Nos referimos, como no puede ser de otra manera, a las plagas de roedores y aves que, fundamentalmente en los grandes núcleos urbanos, vienen asolando el patrimonio público poniendo en riesgo la salud de los habitantes de las ciudades y pueblos afectados y añadiendo plagas a nuestros cultivos tradicionales Cremacan quiere contribuir en su modesta capacidad a la erradicación definitiva de estas plagas controlando, por un lado, la posible propagación de enfermedades a través de sus cadáveres (Ratas, palomas, etc..) como la distribución de las semillas en el entorno natural de nuestras islas.

La incineración se presenta como una alternativa viable y eficaz para pequeñas cantidades de residuos (Nuestra Planta tiene una capacidad nominal de 1.800 Kg/día), destruyendo los cadáveres de todos aquellos roedores, aves y animales capturados y eutanasiados en las campañas de control poblacional que periódicamente desarrollan los distintos municipios de nuestras islas apoyados por campañas de distribución de rodenticidas (En algunos casos) de los Cabildos insulares.

Los distintos técnicos medioambientales y agrícolas coinciden en que la destrucción efectiva y 100% eficaz de las semillas de rabo de gato, que se caracterizan por su resistencia al fuego (pirófitas), ocurre cuando éstas son sometidas a una esterilización por calor seco, ya que al vaporizar y eliminar el agua, se produce la rotura de puentes de hidrógeno y la desnaturalización de proteínas. Finalmente se somete a una pirólisis extrema cuyo resultado es la carbonización de las semillas.

Nuestras instalaciones garantizan estos parámetros y además, añade un proceso térmico para los humos, olores y partículas sólidas que pudieran escaparse por los tiros del Horno instalado en Cremacan y que somete a la columna de aire que pasa por la cabina postcombustora a una temperatura superior a los 850ºC durante 6 segundos pudiendo alcanzar hasta los 1.200ºC. Con ello garantizamos la eficiencia del sistema, la destrucción absoluta de cualquier semilla o la descomposición molecular de todo resto orgánico antes de emitir cualquier emisión a la atmósfera.

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